La conquista de la Nueva España es uno de los eventos más significativos y complejos de la historia. Este proceso no solo transformó el continente americano, sino que también dejó una huella profunda en la cultura europea. En este texto, nos centraremos en dos aspectos cruciales de este periodo: las expectativas que los conquistadores tenían sobre las Indias, basadas en imaginarios asiáticos, y las experiencias contrastantes que vivieron en tierras americanas. Estos temas se abordan en el segundo capítulo del libro Imaginarios maravillosos en la conquista de la Nueva España, escrito magistralmente por el historiador René Ramos-Rocha.
Las Indias imaginadas: expectativas asiáticas
Durante la Edad Media y el Renacimiento, Europa desarrolló una visión fascinante y fantástica del mundo oriental. Las “Indias” eran concebidas como un conjunto de tierras lejanas y exóticas, llenas de riquezas inimaginables y maravillas sin fin. Esta imagen fue alimentada por relatos de viajeros como Marco Polo y las traducciones de la Geografía de Ptolomeo, que sugerían que Asia estaba al alcance navegando hacia el oeste.
Los europeos del siglo XV y XVI, a pesar de conocer la redondez de la Tierra desde la antigüedad, tenían una idea imprecisa de las dimensiones reales del globo y la extensión de Eurasia. Esta falta de precisión llevó a especulaciones sobre la posibilidad de alcanzar Asia atravesando el Atlántico. La carta de Paolo del Pozzo Toscanelli en 1474, que describía vastos reinos gobernados por el Gran Kan, influyó significativamente en los planes de Cristóbal Colón y sus patrocinadores para emprender su famoso viaje.
La creencia de que habían llegado a Asia cuando Colón desembarcó en las Américas se mantuvo durante un tiempo. Se pensaba que las islas recién descubiertas eran parte del archipiélago que precedía a la India Mayor y a otros reinos fabulosos descritos en los relatos de viajeros medievales.
El imaginario de las maravillas asiáticas
Los relatos europeos describían a Asia como una tierra de abundancia y maravillas. Se hablaba de montañas de diamantes, mares de perlas y animales extraordinarios. Los soberanos asiáticos, como el Preste Juan y el Gran Kan, eran vistos como potenciales aliados en la lucha contra el Islam y como gobernantes de reinos extremadamente ricos y poderosos. Estas historias no solo alimentaban la imaginación de los europeos, sino que también justificaban las expediciones en busca de estas tierras fabulosas.
Las Indias contrastadas: experiencias americanas
A medida que los conquistadores españoles se adentraban en el continente americano, sus experiencias comenzaron a contrastar drásticamente con las expectativas iniciales. La realidad de las tierras americanas no se correspondía con las fabulosas descripciones de las Indias asiáticas.
La desilusión de los conquistadores
Los conquistadores esperaban encontrar reinos ricos y poderosos similares a los descritos en los relatos sobre Asia. Sin embargo, la geografía y las culturas de las Américas eran radicalmente diferentes. Las ciudades de Cíbola y Quivira, que se creía eran tan ricas como las mencionadas en los mitos asiáticos, resultaron ser decepcionantes. Los relatos de las amazonas y otras maravillas se demostraron igualmente infundados.
Los conquistadores, enfrentados a esta realidad, no dejaron de intentar reconciliar sus experiencias con sus expectativas. Las historias de riquezas y maravillas se mantuvieron vivas en sus relatos y justificaciones para futuras expediciones. Incluso cuando la realidad no cumplía con sus sueños, la búsqueda de lo maravilloso continuaba siendo un motor poderoso de la exploración y conquista.
Las noticias de los indios
La información proporcionada por los indígenas también jugó un papel crucial en la formación de los imaginarios de los conquistadores. Las historias contadas por los nativos, a menudo exageradas o malinterpretadas, alimentaron aún más la búsqueda de ciudades doradas y reinos fabulosos. Los conquistadores, influenciados por sus propios prejuicios y deseos, interpretaron estas historias a través del prisma de sus expectativas previas, lo que a menudo llevó a nuevas expediciones en busca de riquezas inexistentes.
Conclusión
La conquista de la Nueva España fue un proceso complejo influenciado por imaginarios llenos de maravillas y riquezas, y por experiencias reales que a menudo contrastaban con estas expectativas. Los conquistadores españoles, movidos por la promesa de honores, riquezas y la extensión de la Cristiandad, encontraron en las tierras americanas una realidad que desafiaba sus sueños, pero que también les ofrecía nuevas oportunidades y desafíos.
Estas historias de expectativas y realidades contrastantes no solo nos ofrecen una visión profunda de la mentalidad de los exploradores y conquistadores europeos, sino que también reflejan la capacidad humana para soñar y perseguir lo maravilloso, incluso frente a la desilusión y la adversidad.
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