El imaginario de Asia Oriental en la cultura grecorromana ha sido una fuente de fascinación y misterio que ha perdurado a lo largo de los siglos. Este imaginario, heredado y transmitido a través de generaciones, tuvo un impacto significativo en las exploraciones y conquistas de la era moderna, particularmente en la conquista de la Nueva España, como lo explica en su imprescindible libro Imaginarios maravillosos en la conquista de la Nueva España René Ramos-Rocha. En este artículo, exploraremos el capítulo tercero de dicho libro para explicar cómo Asia Oriental fue percibida en el mundo grecorromano, sus influencias y cómo estas visiones maravillosas fueron heredadas por los conquistadores europeos del siglo XVI.
Contexto histórico del imaginario grecorromano
La visión occidental de Asia no se originó durante la era de las exploraciones del siglo XVI. Este imaginario se formó durante la Edad Media y tiene raíces que se extienden hasta la antigua Grecia. Figuras históricas y legendarias como Hércules, Héctor de Troya, Alejandro Magno y Julio César se convirtieron en referentes culturales importantes en las crónicas de la conquista de la Nueva España. Así, podemos afirmar que los conquistadores españoles del siglo XVI compartían rasgos del imaginario grecorromano sobre Asia, según lo argumenta René Ramos-Rocha.
El autor demuestra que el imaginario grecorromano sobre Asia se alimentó de diversas fuentes, desde Homero hasta Plinio el Viejo. Aunque estas obras pertenecen a diferentes tiempos y presentan características distintas, muestran una consistencia notable en su representación de la periferia del mundo conocido, llamado “ecúmene”. Los autores posteriores solían referenciar a sus predecesores como autoridades, lo que reflejaba el imaginario del mundo mediterráneo antiguo. Este imaginario se centraba en la India, sus riquezas y las amazonas, elementos presentes en la mente de los expedicionarios del siglo XVI.
La India llena de riquezas
Heródoto, en el siglo V a. C., ya mencionaba la riqueza del continente asiático, describiéndolo como el más rico del mundo. Esta visión fue compartida por griegos y romanos, quienes veían a Asia como un lugar lleno de riquezas inimaginables. El imaginario se alimentaba de relatos que describían a Asia como una tierra de abundancia, donde los recursos naturales eran extremadamente generosos. La India, en particular, se presentaba como una tierra de enorme abundancia, lo que la hacía susceptible de conquista para los grecorromanos.
Las amazonas en el imaginario grecorromano
Otro aspecto fascinante del imaginario grecorromano sobre Asia es la presencia de las amazonas, un pueblo de mujeres guerreras. Este mito no solo capturaba la imaginación de los antiguos, sino que también se integraba en las expectativas y creencias de los exploradores europeos siglos después. Las amazonas eran vistas como guerreras poderosas cuya sociedad femenina era tan maravillosa como las riquezas de la India. Se creía que podían ser vencidas, ya fuera por la fuerza o por el enamoramiento, reduciéndolas a botín, comparable a los tesoros de Asia.
La transmisión del imaginario a la Edad Media
Durante la Edad Media, el imaginario sobre Asia experimentó una transformación significativa, aunque mantuvo muchas continuidades con el mundo grecorromano. La tradición cristiana añadió nuevas capas a este imaginario, destacando figuras como Alejandro Magno, reimaginado como un arquetipo caballeresco cristiano. La literatura de viajes y los libros de caballería también jugaron un papel crucial en la formación de este imaginario, presentando a Asia como un lugar de riquezas y maravillas sin fin.
La influencia en los exploradores del siglo XVI
El imaginario maravilloso heredado desde la antigüedad grecorromana tuvo un impacto profundo en los exploradores del siglo XVI. Los conquistadores, al llegar a América, actuaron bajo la creencia de que estaban cerca de Asia, lo que moldeó sus expectativas y acciones. Este imaginario les hizo buscar ciudades de oro y reinos de abundancia, reflejando la persistencia de estas visiones en su cultura.
Conclusión
René Ramos-Rocha demuestra en su libro que el imaginario de Asia Oriental en el mundo grecorromano no solo fue una construcción cultural fascinante, sino que también tuvo un impacto duradero en la historia de las exploraciones y conquistas europeas. La visión de Asia como una tierra de riquezas y maravillas perduró a través de los siglos, influenciando a generaciones de exploradores que buscaron replicar las hazañas de sus antepasados. Este legado maravilloso continúa siendo vigente también en nuestros días, puesto que con sus variantes, el mundo occidental sigue viendo en Asia un espacio lleno de riquezas.
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