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Orígenes míticos de Roma: la historia de Eneas, Marte y la loba que dio vida a una leyenda

La fundación de Roma, una de las ciudades más influyentes y míticas de la historia antigua, está envuelta en un entramado de leyendas y mitos fascinantes que entrelazan linajes heroicos y figuras míticas. Esta historia comienza mucho antes del establecimiento de la ciudad en el año 753 a.C. y se remonta a figuras míticas como Eneas, hijo de la diosa Venus y héroe troyano, y a otros seres míticos como Marte, el dios de la guerra, y una loba que salvó a los gemelos fundadores, Rómulo y Remo.

Explorar estos mitos no solo proporciona una rica comprensión de los valores y la identidad cultural de la antigua Roma, sino que también ilustra cómo la ciudad fue capaz de conectar sus raíces con un linaje heroico y divino. En este artículo, desentrañaremos las principales leyendas y personajes que configuraron la mítica fundación de Roma y su importancia en la construcción de la identidad de un imperio que llegó a abarcar vastos territorios en Europa, Asia y África.

Eneas y el vínculo troyano: los primeros pasos hacia Roma

El mito de la fundación de Roma no puede contarse sin hacer referencia a Eneas, héroe de la guerra de Troya e hijo de la diosa Venus y del príncipe Anquises. La historia de Eneas tiene su origen en la «Ilíada» de Homero y se amplía en la «Eneida» de Virgilio, escrita en el siglo I a.C. con un propósito claro: dotar al Imperio Romano de un origen heroico y divino que justificara su poder.

Según la «Eneida», tras la caída de Troya, Eneas y su grupo de sobrevivientes emprendieron un largo y peligroso viaje, similar al de Ulises en la «Odisea», en busca de un nuevo hogar. Este periplo los llevó finalmente a la región de Lacio, en la península itálica, donde Eneas fundaría la ciudad de Lavinio tras casarse con Lavinia, hija del rey Latino. Su hijo, Ascanio (también llamado Iulo), fundaría más tarde Alba Longa, una ciudad considerada por los romanos como el eslabón directo hacia la fundación de Roma.

El mito de Eneas establece, entonces, el primer vínculo entre Roma y Troya, y lo hace de una manera que no solo honra las raíces guerreras y heroicas de los romanos, sino que también les da una legitimidad divina a través de su descendencia con Venus, la diosa del amor y la fertilidad. La descendencia de Eneas fue cuidadosamente trazada por los historiadores y poetas romanos para conectar con la historia de Rómulo y Remo, los legendarios fundadores de Roma, a través de una línea de reyes que gobernaron Alba Longa, hasta llegar al rey Numitor, abuelo de los gemelos.

Marte y la fundación de Roma: la intervención del dios de la guerra

Otro componente clave en la mitología de Roma es la figura de Marte, el dios romano de la guerra, quien se relaciona directamente con la fundación de Roma al ser el padre de Rómulo y Remo. Según la leyenda, el rey de Alba Longa, Amulio, destronó a su hermano Numitor y obligó a su sobrina Rea Silvia, hija de Numitor, a convertirse en vestal para asegurarse de que no tuviera hijos y así evitar que su linaje volviera a reclamar el trono.

Sin embargo, Marte intervino y fecundó a Rea Silvia, lo que dio como resultado el nacimiento de Rómulo y Remo. Al enterarse del nacimiento de los gemelos, Amulio ordenó que los abandonaran en el río Tíber para que murieran. Este acto no solo muestra la intención de Marte de proteger su descendencia, sino también de dotar a Roma de un linaje directamente vinculado con la guerra y el poder, elementos que marcarían la identidad de la futura Roma.

Marte simboliza, así, un aspecto fundamental de la identidad romana: la idea de que Roma fue concebida y amparada por la guerra y la fuerza. Esta intervención divina representa un pilar de la mitología romana y otorga un carácter heroico y combativo a los orígenes de la ciudad.

La loba capitolina y la supervivencia de Rómulo y Remo

El mito de Rómulo y Remo es quizás el más conocido y representativo de la fundación de Roma. Después de ser abandonados en el río Tíber por orden de Amulio, los gemelos fueron salvados por una loba, la famosa Loba Capitolina, quien los amamantó en una cueva conocida como el Lupercal. Según la leyenda, más tarde un pastor llamado Faústulo y su esposa los adoptaron y criaron, desconociendo su origen real.

La imagen de la loba amamantando a los gemelos se convirtió en un símbolo de Roma, no solo por su atractivo visual, sino también porque refleja la importancia de la supervivencia y la tenacidad en los orígenes de la ciudad. Además, el mito resalta el valor de la naturaleza salvaje y la protección maternal, valores que los romanos supieron integrar en su percepción de sí mismos.

La loba no solo asegura la supervivencia de los gemelos, sino que también añade un componente mágico y totémico al nacimiento de Roma, vinculándola con el mundo animal y el entorno salvaje. Esta imagen de la loba también se relaciona con los ritos de fertilidad y purificación de los Lupercales, celebrados cada año en febrero para rendir homenaje a la fertilidad y la fuerza.

La fundación de Roma y la muerte de Remo: la primera sangre derramada

Tras crecer y descubrir su origen real, Rómulo y Remo decidieron fundar una ciudad en la región donde fueron rescatados. No obstante, surgió una disputa entre ellos sobre el lugar exacto y sobre quién tendría el derecho a gobernarla. Según el mito, Rómulo decidió marcar los límites de la ciudad en la colina Palatina, y cuando Remo los cruzó para desafiar la autoridad de su hermano, Rómulo lo mató. Este acto, aunque trágico, representa un tema recurrente en la historia de Roma: la idea de que el poder y la autoridad a menudo se establecen mediante la fuerza y el sacrificio.

La muerte de Remo en manos de Rómulo es simbólicamente significativa porque encarna la ambición y la determinación de los romanos para defender su ciudad y su soberanía a cualquier costo. Rómulo se convierte así en el primer rey de Roma y establece las primeras instituciones políticas y militares, dando forma a la estructura de la ciudad y a los valores que caracterizarán al Imperio Romano.

Significado y legado de los mitos fundacionales de Roma

Los mitos de la fundación de Roma ofrecen una visión rica y compleja de los valores, la identidad y la legitimidad de la antigua Roma. Estas leyendas no solo justifican el poder y la ambición expansionista de Roma, sino que también conectan a la ciudad con una herencia divina y heroica, otorgándole un carácter único entre las civilizaciones de la época.

Cada uno de los elementos míticos –el viaje de Eneas desde Troya, la intervención de Marte y la crianza de Rómulo y Remo por la loba– construye una narrativa que dota a Roma de una identidad que combina la fuerza de la guerra, el heroísmo y la conexión con el mundo divino. Al vincularse con Troya, los romanos se integraron en el relato épico de la antigüedad, y al añadir figuras como Marte y la loba, otorgaron a su ciudad una fortaleza que les permitiría conquistar gran parte del mundo conocido.

Conclusión

La fundación mítica de Roma es mucho más que una serie de relatos fantásticos. Es un conjunto de símbolos y valores que han dado forma a la percepción de Roma como una ciudad invencible, destinada a la gloria. A través de estos mitos, Roma no solo encontró su origen, sino también su misión y su identidad, elementos que los romanos se encargaron de proyectar en cada rincón de su vasto imperio.

La fascinación por estos relatos ha perdurado a lo largo de los siglos, y el poder simbólico de Eneas, Marte, la loba y Rómulo y Remo sigue vivo como una parte fundamental del imaginario colectivo en torno a Roma y su legado eterno.

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